domingo, 28 de mayo de 2017

Los vegetarianos no viven más

El vegetarianismo crece de forma imparable en las sociedades occidentales y lo hace vinculado a una larga fama de poseer efectos beneficiosos para la salud, especialmente relacionados con la hipertensión, la obesidad y la diabetes tipo 2. Para comprobar si estas posibles ventajas para la salud se traducen en un efecto real de disminución de la mortalidad, se puso en marcha el estudio '45 and up' en la población australiana, cuyos resultados acaban de hacerse públicos.
Los resultados de la investigación han sido sorprendentes. A lo largo de los seis años que duró el estudio, y tras realizarse un análisis estadístico de ajuste para eliminar factores de confusión, se llegó a la conclusión de que las tasas de mortalidad entre los vegetarianos y los carnívoros no presentaban diferencias. Entre los vegetarianos se diferenciaron tres grupos: semivegetarianos, pesco-vegetarianos y vegetarianos puros. Ninguno de los tres grupos presentó reducción de las tasas de mortalidad tras ser comparados con los individuos que comían carne.
Fueron evaluados en la investigación más de 267.000 personas mayores de 45 años. El estudio, recién publicado en la revista Preventive Medicine, ha sido dirigido por la doctora Mihrshahi, de la Universidad de Sidney. La publicación sentencia: "No hemos descubierto en las dietas vegetarianas ningún efecto protector sobre la mortalidad en el ser humano".

Mirar el iPad por la noche empeora el sueño, los ritmos biológicos y la atención

La conclusión es sencilla, aunque difícil de trasladar a nuestro estilo de vida actual. No hay que mirar las pantallas de los dispositivos electrónicos por la noche. Ni el iPad, ni el teléfono móvil ni el ordenador deben ser utilizados a partir de las nueve de la noche si queremos preservar una buena calidad del sueño. Así de claro.
Son las conclusiones del estudio que acaba de ser publicado en el número de mayo de la revista 'Chronobiology International'. En el trabajo, llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Haifa, en Israel, se estudió a 19 individuos a los que se expuso desde las nueve a las once de la noche a diferentes tipos de pantallas y luces artificiales antes de acostarse. De todas ellas, la que más afectó al sueño, a los ritmos biológicos y a su nivel de atención la mañana siguiente, fue la de longitud de onda corta, es decir, la emitida por las pantallas de móviles y tablets.
Curiosamente, la intensidad de la luz no tuvo un efecto importante a la hora de alterar el sueño. Lo realmente importante fue el tipo de luz y la más nociva fue sin lugar a dudas la de los dispositivos electrónicos. Los expertos israelíes, liderados por la doctora Amit Green, recomiendan que se disminuya al máximo el uso de pantallas emisoras de luz tres horas antes de acostarse.